Juan Pablo y Evaristo, continuando con su impresionante temporada runner, acudieron hasta la localidad tarraconense de Cornudella de Montsant para la disputa del UTSM 2012.
Tras varios meses de preparación, carreras y mucha ilusión, consiguieron colarse en el top 20 en su primera participación en una carrera de estas características.
FELICIDADES CHICOS!!
La crónica de Juan Pablo:
ULTRATRAIL SERRA DE MONTSANT (UTSM) 20-10-2012.
Son las 5:00am. y suena el despertador. Me quedo un momento en la cama
pensando en lo que me deparará el día y me levanto para vestirme. Todo
está preparado... la ropa, la mochila con todo lo necesario para los
avituallamientos, la mochila para correr con la comida, el frontal,
camiseta térmica, mallas pirata, cortaviento, el móvil,... todo lo
necesario y que ya he repasado una y mil veces para no dejarme nada
(serán cosas de la inexperiencia jejeje...).
Una vez vestido,
me preparo el desayuno. Un buen vaso de leche, unas cuantas galletas de
chocolate, y un par de tostadas con mantequilla y miel. Las vitaminas y
para la calle, que me espera Evaristo para poner rumbo a Torreblanca,
donde nos espera la otra parte de la expedición ( Jose y Ana).
Una vez los cuatro juntos, ahora si que si, para Cornudella de
Montsant, donde después de un viaje tranquilo, nos plantamos en el
sitio. Es momento de ir a por los dorsales y tomar el café de rigor. De
ahí, nos vamos al coche y a prepararlo todo. Parece que no nos va a dar
tiempo, ésto por aquí... ésto por allá... date prisa que no llegamos...
ale, a por el último trámite antes de la salida, la revisión del
material. Hay que ir a la parte de detrás de la salida, donde se han
colocado unas vallas por las cuales hay que pasar y en unas mesas, los
de la organización te piden que les enseñes parte del material para
verificar que es correcto. Una vez todo en orden, ya estamos en el cajón
de salida. Apenas faltan unos minutos para salir y los nervios ya son
brotes de ansiedad. Sólo tengo ganas de que empiece la carrera, de echar
a correr y quitarme todos esos nervios de encima, pero aún falta
guardar un minuto de silencio por la mujer que falleció en el Ultra de
Cavalls del Vent.
A todo ésto, el tiempo, que pintaba muy mal
desde la hora de salida, respeta bastante, ya que está nublado pero con
muchos claros. Vamos, que es más probable que salga el sol que que se
ponga a llover.
Ahora si, empieza la carrera!!!... unos 400
participantes todos en masa corriendo por las calles de Cornudella de
Montsant hasta que vamos saliendo del pueblo y, por un camino,
comenzamos nuestro gran objetivo de los últimos tres meses.
Todo va muy bien, vamos al ritmo que toca, mucha gente por detrás y otra
mucha por delante, pero poco a poco y siempre a nuestro ritmo, vamos
adelantando Evaristo y yo a participantes... por un lado, por el otro,
pedimos paso y nos dejan pasar sin ningún impedimento. Van pasando los
kilómetros y se van dispersando los participantes. Llegamos a un punto
de ida y vuelta y nos cruzamos con los que van primeros de la carrera
(la única vez que los íbamos a ver jejeje...) y cada pocos kilómetros
hay que fichar con el chip, una especie de llave que se introduce en un
sensor y te va marcando los tiempos parciales.
El primer gran
momento del día llega en el kilómetro 15 aproximádamente, donde después
de un avituallamiento, en el que Jose y Ana están pendientes de ver que
tal va la cosa y después de haber estado ya anteriormente en otro tramo
de la carrera para vernos pasar, salen al tema un par de chistes y con
los cuales llegamos a llorar de la risa. Imaginaros en medio de la
carrera, con participantes alrededor nuestro y nosotros descojonándonos
de risa. Pues no les quedaba otra que reirse de vernos a nosotros
jejeje...
La carrera sigue su curso y, en los próximos 10-15
km. disfrutamos del tramo más espectacular de la carrera. El paisaje es
impresionante. Vamos corriendo por zonas de mucha vegetación y por un
pequeño acantilado. Enfrente, una gran montaña de roca y por abajo un
pequeño río, el cual vamos bordeando durante muchos kilómetros y
disfrutando del paisaje, que es para verlo.
Seguimos pasando
controles y llegamos al kilómetro 39... personálmente comienzan los
problemas. Evaristo está fresco como una rosa y transmite muy buenas
sensaciones. Por mi parte, comienzo a notar pequeños avisos de calambres
en los bastos internos de los cuádriceps, con lo cual, trato de cuidar y
mimar en todo lo posible las piernas en las bajadas para que no se
carguen más, pero se cargan más subiendo que bajando, donde parece que
se desbloquean un poco. A pesar de las molestias, una cosa tengo muy
clara en la cabeza, que aunque quedan muchos kilómetros, tengo que
acabar la carrera. Me mentalizo y comienzo a pensar en toda la gente que
me ha dado ánimos, que me ha apoyado, que se que están ahí y son
muchos/as, también en mi compañero Evaristo, no le puedo fallar, no lo
puedo dejar sólo, tenemos que acabar los dos y así será (también porque
Jose me ha dicho que si no se acaba no me lleva de vuelta a casa
jejeje...) y sobre todo, pienso en esa gente a la que le he comentado
que iba a correr un Ultra (muchos no sabían ni lo que era un Ultra) y
que me decían que estaba loco. No les puedo dar la razón, no puedo ver
como me dicen: lo ves, te lo decía, no podrías hacerlo. Así es que a
seguir devorando kilómetros y a pensar en otra cosa que no fuesen esas
pequeñas molestias.
A los pocos kilómetros comienza a llover.
Se veía venir, hace ya unos cuantos kilómetros que se estaba cerrando el
cielo y la amenaza de agua se hace inminente hasta que hace acto de
presencia... y de que manera. Aquí, cuando llueve, la dejan caer pero
bien. De todas formas, estamos mentalizados de que nos vamos a mojar y
no es ningún problema para nosotros, así es que seguimos nuestro camino,
con nuestras charlas y nuestras historias para mantenernos entretenidos
y no pensar mucho en los kilómetros que nos quedan aún por recorrer.
Kilómetro 52, aquí llega otro gran momento del día... avituallamiento
sólido. Llegamos al pueblo y pasamos primero por el control. Nos dicen
que vamos 13º y 14º de la carrera y flipamos en colores. Entramos en el
bar donde estaba montado el avituallamiento y no se oye mucho jaleo.
Entramos por la puerta y aquello estaba lleno de gente, la cual al
vernos entrar, comienzan a aplaudir y a animar. IMPRESIONANTE... no hay
palabras para describir la sensación que se vive en ese momento. Todos
mojado, la ropa empapada, y llegamos allí y toda aquella gente
aplaudiendo como si fueses alguien importante. Nos cambiamos de ropa
primero para no coger frío y cogemos el taper de pasta, bebemos coca
cola ( me acuerdo de los consejos de Víctor Bernad de beber coca cola en
los controles, importante), cojo un plátano y me siento a comer en una
silla y a estirar las piernas. Jose se encarga de llenarnos las botellas
de agua y de sales. La verdad es que con éste tío no nos falta de nada,
es un crack.
Después de haber comido y descansado unos 15 min.
salimos del bar entre aplausos otra vez y comenzamos caminando un rato
para que las piernas no se bloqueen después de haber parado tras más de
50 kilómetros. A los pocos cientos de metros, empezamos a correr.
Descolocados en cuanto a posición de carrera se trata, ya que en el
avituallamiento éramos unos cuantos participantes, pero eso nos da
igual, nuestro objetivo sigue siendo el de marcar nuestro ritmo y poder
llegar a la meta.
La comida comienza a hacer efecto y llega ese
subidón de energía y de ganas de seguir corriendo. La lluvia es
intermitente pero siempre está presente, aunque como ya he dicho
anteriormente, no es impedimento para que sigamos disfrutando de la
carrera.Hasta éste punto de la carrera nuestro objetivo era el de llegar
en las mejores condiciones posibles al avituallamiento del kilómetro
52, pero ahora la cosa cambia, nuestros objetivos son más a corto plazo,
hay que ir descontando kilómetros de diez en diez, así es que,
siguiente objetivo llegar al kilómetro 60!!!...
Objetivo
cumplido. A pesar de las molestias, voy aguantando bastante bien y no
van a más (tampoco a menos, pero bueno, ahí están), pasamos por el
control y una subida fuerte. Alternamos el correr con el caminar para no
cargar mucho las piernas y, poco a poco nos hacemos con la subida, una
pista ancha y sin mucha pendiente, pero que no deja de subir. Una vez
arriba, toca bajar... vamos comentando que está muy bien la bajada,
pista ancha y sin mucha pendiente, con lo cual, perfecto para recuperar y
hacer kilómetros rápido, pero... al rato de ir bajando nos preguntamos
el uno al otro por las balizas y coincidimos en que ninguno las hemos
visto desde hace un rato. Decidimos bajar un poco más para ver si vemos
alguna, pero... nos hemos salido del recorrido. Ala, vuelta atrás... a
subir todo lo que habíamos bajado hasta que al coronar otra vez la
montaña, vemos que hay un desvío y que la bajada en una senda bastante
técnica, con lo cual, nada de correr mucho y mirar bien donde pisar, ya
que el terreno está muy húmedo y blando y resbalar es lo más fácil.
Otro objetivo!!!... kilómetro 70. Al ser objetivos más cortos, pasan
más rápidos los kilómetros. A éstas alturas, la lluvia forma ya parte de
nosotros. Nos cae agua por todas partes, acompañada fuertes rachas de
viento, el cual dificulta aún más si cabe la carrera, pero no nos vamos a
detener, hay que acabar y se va ha acabar. En éstos kilómetros
siguientes es donde Evaristo se viene un poco abajo. Le llega el bajón,
pero es muy breve, apenas le hace efecto la comida que empieza a comer
cuando ve que está flojeando un poco. Ya no ha vuelto a desfallecer
hasta la meta. Ojito con el carrerón del amigo!!!...
En el
kilómetro 80 otro momentazo. Otro avituallamiento sólido y, como no,
otra maravillosa ovación que sabe a gloria y que te llena los depósitos
de moral a tope para poder afrontar los kilómetros finales.Allí están
también, como no puede ser de otra forma, nuestros fieles escuderos Jose
y Ana, todo el día al pie del cañón y a quienes les hemos de agradecer
una y otra vez su magnífica labor de equipo, porque forman una parte muy
importante del equipo. Cae tanta agua que decidimos no cambiarnos de
ropa, para que???... es tontería, si nada más salir de allí nos vamos a
quedar igual que estamos. Así es que comemos, bebemos coca cola y,
llenos de ganas, ilusión y mucha fatiga, salimos para devorar los
últimos 21 kilómetros. Sólo nos queda una media maratón... eso está
hecho!!!... VAMOSSSSSSSS!!!...
Salimos con la moral por las
nubes, de hecho, al poco de salir adelantamos a dos participantes que
habían salido antes que nosotros del avituallamiento. Ahora nos viene
una de las partes más duras de la carrera, por los muchos kilómetros de
carrera que ya llevamos, pero sobre todo por la dureza del recorrido.
Una subida larga y dura, y por si fuese poco, con mucha agua (tanto del
cielo como la que ya hay acumulada en el camino, que parece que estemos
dentro de un charco en todo momento).
11 kilómetros... eso es
lo que nos separa de nuestro objetivo. Que son 11 kilómetros después de
estar todo el día corriendo???... lo que pasa es que los esfuerzos se
van acumulando y, aunque las ganas son muchas, el cuerpo ya te está
diciendo que te estás pasando de los límites. Las molestias en los
cuádriceps de los últimos kilómetros se convierten en calambres en toda
regla. Me duele todo, las caderas, los trapecios, el dedo gordo del pié
izquierdo, los hombros,... es una sensación de agotamiento general,
pero... ahí está nuestro cuerpo, creemos que nos conocemos
perféctamente, que sabemos donde están nuestros límites, pero ni mucho
menos. Nuestro cuerpo es más que todas esas sensaciones, nuestro cuerpo
es una máquina perféctamente diseñada para superar cualquier adversidad,
y su cuartel general, su base de datos está en nuestra cabeza. En ese
momento la mía se pone a funcionar a toda máquina, comienza a lanzarme
imágenes de mis hijos, mi mujer, mis amigos, de toda esa gente que está
ahí detrás, comienza a bombardearme con información positiva, me está
diciendo que siga, que luche, que no me detenga ante nadie ni ante nada,
que tengo un objetivo y que lo tengo que cumplir, que es el momento de
demostrarme a mí mismo primero y al resto de personas después de que si,
de que soy capaz y de que lo voy a lograr. Yo he venido aquí para
terminar, para cumplir un objetivo, he entrenado mucho y muy duro para
acabar ésta carrera, así es que, por muchas trabas que me ponga parte de
mi cuerpo, está la otra parte para traspasar esas barreras.
Este es un momento clave, con todo el dolor, los calambres, la fatiga,
el stres de estar todo el día corriendo, el ver que cae la noche para
endurecer un poquito más si cabe la carrera, la cabeza sólo piensa una
cosa, HAY QUE ACABAR. Y con ese único pensamiento y la magnífica
compañía de mi compañero, amigo y cási hermano Evaristo Rambla Alonso,
nos encomendamos el uno al otro para tratar de disfrutar de esos ultimos
kilómetros, de saber que ya se está acabando, de que lo tenemos ahí
mísmo. Cuantos madrugones, cuantas salidas por la montaña para hacer
horas, tienen que tener su recompensa, así es que más unidos que nunca
vamos consumiendo lentamente esos pocos kilómetros que nos quedan, en la
oscuridad de la noche, entre las montañas del Priorat, con la única
compañía de los frontales y de tenernos el uno al otro para darnos esos
últimos ánimos.
Y ahí está, Cornudella de Montsant. Después de
11 horas y media aproximádamente, volvemos al punto de partida,
completamos nuestro primer Utratrail. Entramos al pueblo por donde
habíamos salido por la mañana, callejeamos un poco y, cogidos de la
mano, encaramos la última recta. Es entonces cuando el grande de
Evaristo me dice que se empieza a acalambrar (hay que joderse
jajaja...). Llegamos al arco de meta y allí nos espera el último
control. Ya lo habíamos hablado, ficharemos el control a la de tres y
así fue, pero Evaristo está más fresco que yo y con mejores reflejos,
así es que... me ha ganado jejeje...
Nada más acabar, nos
fundimos en un gran abrazo, en el cual fusionamos todo lo vivido hoy, un
momento que tampoco olvidaré nunca y que ya he tenido la suerte de
poder compartir anteriormente. Enseguida vienen también a felicitarnos
Jose y Ana. Estoy a puntito de soltar alguna lagrimilla, pero al final
se queda en eso. Es en esos momentos cuando todo es maravilloso, cuando
tienes la sensación de haber acabado algo que hace mucho tiempo que has
empezado, de poner un punto y a parte en tu vida deportiva y seguir tu
camino con nuevos retos. Es ese momento en el que te paras a pensar en
ti mismo, en esa capacidad de sufrimiento que no sabes de donde ha
salido pero que ahora sabes que está ahí, que va siempre contigo, que
eres más completo de lo que lo eras antes, de que tienes ese poder que
es la mente y que en momentos malos te hace salir de ellos con más
facilidad de la que nos imaginamos, te das cuenta de que hasta ahora no
conocías tu cuerpo como lo conoces ahora y que seguramente aún queda
mucho por conocer. Cada persona somos un misterio para nosotros mismos.
Después de todo ésto, que no es poco, nos vamos a por las bolsas, nos
dirigimos hacia un hostal (el refugio), donde nos podemos duchar y donde
nos dan un plato de sopa, la cual acompañamos de una buena hamburguesa y
una coca cola y, después de ir contando las mil y una batallitas de la
carrera y de felicitar a los participantes con los que hemos ido
coincidiendo a lo largo de la carrera, emprendemos el viaje de vuelta a
casa. Primera parada en Torreblanca, donde se quedan Jose y Ana y
después Evaristo me deja en la puerta de casa.
Una vez en casa,
a eso de la 1:00 am. Isa se despierta y tras preguntarle por los
peques, comienzo a contarle cosas de la carrera. Luego la dejo dormir y
me pongo a sacar la ropa para lavar, guardar el material y recoger todo
lo que he traído a casa. A pesar de estar tan cansado, no tengo sueño y
me cuesta mucho dormirme. Ya me lo habían dicho, que después de un Ultra
no eres capaz de dormir... y eso también es cosa de nuestra cabeza
jejeje...
Bueno, ésto ha sido un ULTRATRAIL vivido por mi. Una
experiencia que cambiará algunos aspectos de mi vida, aunque sigo y
seguiré siendo el mismo jejeje...
Un saludo: Juan Pablo Quijada Silvestre.

